top of page

JAVIER MORO, JUNIO 2020

Foto del escritor: Los cuadernos de ArohaLos cuadernos de Aroha

Javier Moro (Madrid, 11 de febrero de 1955), es uno de los autores más querido por los lectores y valorado por la crítica del panorama literario en español. Periodista y escritor, también ha trabajado en el mundo del cine como guionista y productor; en esta faceta, vivió cinco años en Hollywood. Entre sus libros, destacan Senderos de libertad (1992), El pie de Jaipur (1995), Las montañas de Buda (1997), Era medianoche en Bhopal (2001), en colaboración con Dominique Lapierre, Pasión india (2005), El sari rojo (2008), El imperio eres tú (Premio Planeta 2011), A flor de piel (2015) y Mi pecado (Premio Primavera de Novela 2018).


Esta es una conversación que me apetecía tener desde hace tiempo y, por fin, se hace realidad en este mes de junio, en medio de una pandemia histórica, un tema que no le es ajeno a nuestro invitado ya que en A flor de piel trata la de la viruela. Pero como ya bastante tenemos con la realidad que nos toca vivir en estos meses, vamos a preguntarle a Javier por otros asuntos, haciendo un pequeño repaso por su trayectoria literaria.


MC. Javier, bienvenido a Pasar página, es un placer poder conversar contigo. ¿Qué te parece si empezamos casi por el final?

»El pasado mes de diciembre estuviste en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara (México), en el que este año el país Invitado de Honor ha sido la India, que tú tan bien conoces. ¿Qué significa esa gran feria para el mundo literario? Cuéntanos, por favor.

JM. La FIL, como se la conoce, es enorme. Puedes pasarte toda la Feria y no encontrarte nunca con un colega escritor que también ha estado invitado. Es tan grande que uno se pierde. Pero es bueno que exista porque atrae medios de comunicación de todo el mundo hispano y es un buen foro para lanzar un libro, para darse a conocer. Porque las literaturas viven en sus burbujas. Pocos colombianos leen lo que se escribe en Argentina, y pocos Argentinos leen lo que se publica en México, por ejemplo. Latinoamérica, como entidad cultural homogénea, no existe. Por eso es bueno que exista la FIL, porque nos une. Por lo menos, lo intenta.

MC. Tu última obra publicada es Mi pecado, Premio Primavera de Novela 2018, en la que novelas la vida de la actriz española Conchita Montenegro, una de las primeras actrices -o la primera- en triunfar en Hollywood. ¿Por qué es tan desconocida en España su historia? ¿Qué es lo que más te sorprendió de ella?

JM. Es desconocida porque ella hizo todo lo posible para que la olvidaran. Y tampoco nos ha quedado una película icónica que ella hubiera protagonizado. Tuvo éxito, se hizo popular, pero no fue Jean Harlow o Bette Davis. A mí me interesó más su trayectoria humana, a través de la cual pude contar el Hollywood de aquellos años, que en el fondo no ha cambiado tanto. Me interesaba el personaje como pretexto para contar un mundo que he conocido porque viví varios años en Los Ángeles. Luego su historia es sin duda interesante porque en algún momento su historia personal confluye con la historia con H mayúscula.


MC. Mi pecado vino acompañada de polémica, ¿cómo gestionas situaciones como esta?

JM. Estoy acostumbrado porque raro es el libro mío que no suscite una polémica. En este caso, omití hablar de otro libro sobre el tema, escrito por una periodista del corazón. No hablé de ese libro porque no lo leí, pero les sentó fatal. Me acusaron de ningunearles primero, luego de robarles la historia, (como si las historias tuvieran dueño…). Era una acusación ridícula, los libros salieron casi al mismo tiempo. Pero fue bastante desagradable, periodistas que consideraba amigos, de pronto, se volvieron contra mí.


MC. Conoces Hollywood, has vivido y trabajado como guionista allí, además de documentarte a fondo para contar una historia de los años 30. ¿Qué similitudes y qué diferencias has encontrado entre el Hollywood de entonces y el de ahora?

JM. La mentalidad no ha cambiado, todo lo demás si. Las películas no se hacen como antes, pero las relaciones de poder siguen siendo las mismas. Es un mundo muy jerarquizado donde vales lo que vale tu última película. Me lo decía Anthony Quinn, con quien hicimos la película Valentina. Me decía que detestaba Hollywood porque si su película no había funcionado el fin de semana en taquilla, el lunes cuando iba a jugar al golf al club, se sentía señalado… Es un mundo muy duro porque no hay sitio para todos los que quieren triunfar. Se hacen pocas películas para todos los que quieren ser directores, guionistas o actores famosos.

MC. Creo que tardaste un año en escribir Mi pecado, ¿es mucho o poco? ¿Cuánto tardas normalmente en escribir una novela?

JM. El proceso me lleva más de un año. Todos mis libros llevan mucho trabajo de documentación e investigación porque lo mío es recrear una historia siendo lo más fiel posible a cómo ocurrieron los hechos. La escritura en si me llevó un año, pero no hubiera podido escribirlo sin todo el trabajo previo. En realidad me costó tres años.


MC. ¿Y tu momento preferido del día para escribir? ¿Tienes muchas manías? Cuenta, cuenta…

JM. Cuando estoy en el proceso de redacción, vivo confinado. Los escritores no sólo estamos acostumbrados al confinamiento, sino que es nuestro estado natural. Hay que encerrarse durante meses como un monje para sacar un libro, sino es que no sale porque siempre hay una excusa para no escribir, para no enfrentarse al horror de la página en blanco. Escribir novela es un ejercicio de concentración intensa en un largo periodo de tiempo, y para eso se necesita vivir aislado del ruido del mundo.


»Manías no tengo, procuro tener un orden. Escribo mejor por la mañana, me siento más descansado. Me despierto pronto y me pongo a ello. Por la tarde, suelo revisar y corregir lo que he escrito por la mañana. Y por la noche pienso en cual será la escena que tendré que escribir mañana. No se descansa nunca. Es una obsesión. Cuando conocí a Sonia Gandhi, la protagonista de mi libro El sari rojo, le dije que llevaba cuatro años durmiendo con ella, y era verdad, llevaba cuatro años acostándome y levantándome pensando en ella. Debió de pensar que era un sátiro o un obseso sexual, no sé…


MC. ¿Que sería Javier Moro si no fuese escritor?

JM. No sé hacer otra cosa. Quizás tendría un hotelito en una playa tropical, aunque esos sueños, sueños son.

MC. Javier, ¿qué piensas del trato que damos en nuestro país a la cultura y a las bibliotecas? ¿Nos las estamos cargando?

JM. Como mi madre era francesa y estudié allí, sí puedo decirte que la diferencia en cómo estos dos países tratan la cultura es abismal. En Francia están orgullosos de sus autores, de sus artistas, de sus realizadores… Aquí no. Con el problema de la pandemia, ha salido Macron a defender el mundo de la cultura, a ofrecer todo tipo de ayudas. Creo que eso les ha forzado; aquí, a hacer un esfuerzo y han reducido el IVA del libro electrónico, lo que se agradece, pero no es bastante. Hasta hace poco, a partir los 65 años los escritores que generaban derechos de autor perdían el derecho a cobrar su pensión de jubilación, por la que habían cotizado toda su vida… El problema es que España no se quiere a si misma. Francia se adora.


MC. Las redes sociales, ¿cómo te llevas con ellas? ¿Son beneficiosas o perjudiciales para la cultura?

JM. Me distraen, quizás demasiado. Son una buena fuente de información, sobre todo Twitter. Facebook me ayuda a estar en contacto con antiguos amigos y con gente de la que sino, no estaría en contacto. Instagram me conecta con mis hijos. Las redes son parte de nuestra vida y no hay mas remedio que lidiar con ellas. Son un freno para la concentración. No son amigas de los escritores.


MC. Antes hablábamos de la polémica surgida con Mi pecado, pero no es la primera que tienes que capear. ¿Me equivoco si digo que la más fuerte fue la surgida con El sari rojo, la vida novelada de Sonia Gandhi? ¿Es cierto que llegaron a calificarte de diablo y que hubo manifestaciones en la India en las que quemaban tu imagen y páginas del libro? ¿Qué les ofendió tanto de la historia? Tú eres un enamorado de ese país, algo así debió dolerte mucho…

JM. No me trataron de diablo, pero sí quemaron mi efigie enfrente de la embajada española en Delhi. Cantaban «¡muerte a Moro!» frente a todas las televisiones del país. ¡Me hicieron famoso en la India! Aquello fue un problema político. El partido del Congreso, que estaba en el poder en aquel entonces, no quería que el libro saliese porque no querían que se diesen a conocer los orígenes italianos de Sonia Gandhi. Lograron impedir la salida del libro, pero solo hasta que perdieron las elecciones. En realidad, lo que hicieron fue darme una publicidad enorme, mejor que cualquier empresa de promoción.

MC. Pasión india, ¿la vivieron de la misma manera o les gustó más cómo trataste a Anita Delgado?

JM. Quien protestó fue el nieto del marajá. No le pareció bien que hubiera contado la historia de su abuelo con la española y, además, le pareció que no había tratado al marajá con el debido respeto. Y no es cierto, al contrario. Descubrí cosas en la investigación que no puse en el libro para no capitidisminuir el personaje masculino, -o sea, el marajá- pero eso no lo aceptan…


MC. Una curiosidad, Javier, siempre escribes novelas basadas en hechos reales. ¿Nunca partes de cero en una historia, con personajes que solo están en tu cabeza?

JM. No, no sé hacer eso. Admiro a los que lo hacen, y además les leo, pero yo no sé hacerlo.


MC. No sé si me lo parece a mí o es así, pero veo que los personajes femeninos suelen tener más fuerza que los masculinos en tus obras: Anita Delgado, Sonia Gandhi, Isabel Zendal, Conchita Montenegro, personajes que, además, no se han novelado mucho… Aunque Balmis, Salvany o Pedro I (rodeado de mujeres) también tienen un gran protagonismo en tu literatura.

JM. Las mujeres tienen a mi entender una psicología más interesante, más sofisticada y más rebuscada, y eso hace que sean más interesantes desde el punto de vista dramático, donde hay que resaltar las contradicciones de los personajes. Pero es cierto que me he cruzado con interesantes personajes masculinos. Pedro I de Brasil es unos de ellos. Si me hubiera inventado el personaje, nadie se lo hubiera creído.

MC. Isabel Zendal es mi personaje favorito de tus novelas. ¿Qué habría sido de la viruela sin Zendal, Balmis y Salvany? ¿Y de esos niños huérfanos que iban a bordo de aquella corbeta que partió del puerto de A Coruña rumbo a Ultramar?

»La historia que cuentas en A flor de piel es muy desconocida en España, como muchas otras. ¿Por qué sabemos tan poco de nuestra propia Historia, Javier? ¿No nos interesa…?

JM. Creo que ya respondí a esa pregunta. No nos queremos, ese es el problema. No hay un consenso en la sociedad sobre nuestro pasado. Se pasa de la leyenda negra a la glorificación nacional. Es un país de extremos.


MC. Hay una persona a la que no puedo dejar de mencionar en esta conversación contigo y es Dominique Lapierre, al que admiro. La ciudad de la alegría me impactó muchísimo, tanto que treinta años después de haberla leído sigue estando muy presente en mi memoria. Con él escribiste Era medianoche en Bhopal, que narra una de las tragedias más brutales de la humanidad, de la que se cumplieron 35 años el pasado 3 de diciembre. Además de ser tu tío, ¿qué significa Dominique Lapierre para ti?

JM. Mucho. Durante toda mi vida he hablado tres veces por semana por teléfono con él, por lo menos. Estuviéramos donde estuviéramos. Teníamos una complicidad que echo mucho de menos. Compartimos muchas cosas, él siempre me integró en su vida y se lo agradeceré eternamente.


MC. ¿Es verdad que te ofrecieron, o sugirieron, publicar como Javier Lapierre para vender más?

JM. No exactamente. Me ofrecieron publicar como Javier Moro Lapierre, que es mi nombre y apellidos, pero no quise. Mantengamos la sencillez, dicen los ingleses.


MC. Javier, no podemos terminar esta charla sin hablar del Premio Planeta 2011, que obtuviste por El imperio eres tú, que narra la historia de Pedro I, Emperador de Brasil. Ese premio, ¿qué supuso en tu carrera? Cuéntanos tu experiencia, por favor; hasta donde puedas, claro…

JM. Ese premio te asienta, te da lectores y te da a conocer. Y, además, durante un año lo pasas muy bien y comes mucho marisco.


MC. Estoy pensando que la India, Brasil, Hollywood… ¿Te inspiran más los escenarios glamurosos y exóticos que los cotidianos? ¿Para cuándo una historia que transcurra en nuestro país?

JM. Cuando la encuentre. El problema para mi es ese: encontrar una buena historia. Todo lo demás es secundario, como si ocurre en un solo decorado. Lo importante es encontrar una historia que valga la pena contar, que inspire, que justifique el esfuerzo que se hace para sacarla adelante, que valga la pena tanto escribir como leer. Y no abundan.


MC. ¿Qué estás escribiendo ahora, nos puedes contar algo?

JM. Dicen que da mala suerte hablar de lo que se escribe.


MC. Bueno, bueno, estaremos atentos… Para terminar, Javier: ¿algún sueño por cumplir?

JM. Mi único sueño es que termine esta pandemia y todo vuelva a ser como antes, o mejor.


MC. ¿Quieres contarnos algo más?

JM. Hay que quedarse en casa, a pesar de que algunas normas son estúpidas.


MC. Javier, ha sido un placer conversar contigo. Necesitaría la revista entera para seguir preguntándote por muchas otras cuestiones. Agradezco enormemente tu amabilidad y el tiempo que nos has dedicado respondiendo a algunas de mis curiosidades. Nos seguimos viendo en los libros.

JM. Muchas gracias a ti, Marina.

5 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


©2020 por Los cuadernos de Aroha. Creada con Wix.com

  • facebook
  • twitter
  • linkedin
bottom of page