Querida Isabel,
escribo estas palabras todavía conmocionada por tu inesperada partida a la llamada vida eterna, esa a la que no le pasaba nada por seguir esperándote unos cuantos años, ¡qué prisas más malas!
Repaso en mi cabeza las últimas conversaciones contigo y te escucho recordándome una vez más que teníamos que vernos en Murcia cuando pasase esta mala época, «pero no vengas en verano, que el calor es espantoso, no lo soportamos ni nosotros. Ay, qué bien, me va a gustar mucho conocerte y charlar un buen rato contigo», cuando la afortunada de verdad al conocerte iba a ser yo. La última vez, ya enferma, estabas segura de vencer: «por más cuidado que he puesto, me enganchó este mal bicho, pero estoy fuerte, esto pasará». Estabas animada y convencida de salir adelante; me quedé tranquila, por lo que encontrarme con la noticia de tu adiós me dejó sin reacción, en shock, deseando haber leído mal el nombre, pero sí, eras tú… por desgracia.
El pasado verano, cuando desde la revista te propusimos hablar de tu última novela, «La epidemia del siglo», publicada a finales de 2019 como un preludio, sin sospechar lo que vendría después, recuerdo que estabas preocupada por si te pasabas en la extensión de las respuestas, no querías «abusar de la confianza, si me paso me lo dices y recorto». Te dimos «barra libre», era tu momento y sabíamos que todo cuanto quisieras contarnos iba a ser interesante. Ya creo que lo fue. «Muchas gracias por acordaros siempre de mí, os leo desde hace ya mucho. Y es que todo el apoyo lo agradezco muchísimo, que bien sabes que el mundo del escritor es mucho esfuerzo y poca recompensa externa (la interna enorme, eso sí)», me decías. Ya antes habías colaborado con algún relato y lo hiciste después también. Siempre eras igual de agradecida, y esto no lo cuento por nosotros, la revista, sino por ti, porque esa actitud te define como buena persona. Tanto en otras conversaciones privadas como a través de Facebook, la red social que nos puso en contacto, pude comprobar que eras un encanto de mujer: entusiasta, cercana y cariñosa, siempre dispuesta a aportar tus conocimientos y escuchar los de los demás. Cuesta expresarse en pasado contigo, Isabel, pero eras, eres y serás; las personas como tú permanecen en cualquier tiempo verbal.
Agradezco haber coincidido contigo en esta vida y haber sido parte de ella, aunque fuese virtualmente, algo que debo a los amigos que teníamos en común, como Blanca o Manuel, los primeros que me hablaron de ti. No nos veremos en Murcia cuando esto pase, este maldito bicho no lo ha querido, pero sí te veré en las palabras escritas. Es una delicia leerte, siempre lo ha sido, y nos dejas un legado literario con el que reconfortarnos; no es comparable a tu presencia, pero cada novela, relato o poema tuyo es un pedazo importante de ti, y en ellos nos seguiremos encontrando contigo. Siempre. Guardo como un tesoro todas tus obras, pero especialmente el ejemplar de «Mujeres de otoño» que me enviaste con una cariñosa dedicatoria poco después de perder a mi madre; me emocionó mucho recibirlo y más me emociona ahora recordar que tú estás, como ella, paseando entre nubes de algodón…
Hasta siempre, inolvidable Isabel. Abrazo muy «chillao» al cielo.
P. D.: Todos los que, de una manera u otra, te conocimos, te echaremos mucho de menos, no lo dudes. Esta es mi carta, pero también la de los compañeros, colaboradores y amigos de esta revista. Fue un privilegio contar contigo y desde Pasar página, agradecemos y recordaremos siempre tus colaboraciones y el aprecio con el que nos leías cada mes.
Un abrazo inmenso a Andrés y demás familia; os enviamos todo nuestro cariño desde estas páginas que también son las de Isabel.
VÍA OCULTA
Afirmo que hay caminos quebrados en las noches insumisas, senderos vulnerables en las sombras que conducen hacia el nervio de la piedra.
Antes hubo un tiempo para el suspiro, otro para el poema y otro más para la música. Eran tiempos que se enlazaban, con el generoso pasar de sus minutos, en la contemplación de la vida, en el futuro que se abría y nos aguardaba con toda la felicidad que, luego, se nos negó.
(Isabel Martínez Barquero, 06 octubre 1958 - 9 febrero 2021)
Marina Collazo Casal. «IN MEMORIAM» PUBLICADO EN LA REVISTA PASAR PÁGINA 38. MARZO 2021: https://drive.google.com/file/d/1S280RK7RN2rbQahcg1kw9Bx65yj2179F/view?usp=sharing
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