top of page

CARLOS DÍAZ DOMÍNGUEZ («DIAMANTES DE LUZ HELADA»)

Foto del escritor: Los cuadernos de ArohaLos cuadernos de Aroha

Actualizado: 3 may 2020

DICIEMBRE 2019

Carlos Díaz Domínguez nace en Madrid en 1959. Licenciado en Ciencias Económicas, en 2006 publica su primera novela, Los impares de Sagasta y ve premiado su relato Semíramis en el Certamen Internacional Camilo José Cela. Ha publicado Los ascensores dormidos de La Habana, dos novelas cortas, Franco morirá en Rodalquilar y La pasmosa herencia de José Belmonte, la novela histórica Tres colores en Carinhall, el thriller Lágrimas sobre Gibraltar, A las ocho en el Novelty, La menorah de Petra y Entreacto en el Apolo. Su última novela publicada, Diamantes de luz helada.


Marina Collazo — Bienvenido a Pasar página, Carlos. Me encanta poder conversar contigo sobre algunos detalles de tu nueva novela, Diamantes de luz helada. ¡Empezamos!

»En esta nueva novela nos introduces en el antiguo Sáhara español y nos cuentas cómo era la vida allí. ¿Crees que los españoles conocemos toda la verdad sobre la salida de España del Sáhara?

Carlos Díaz — En este asunto empiezo hablando por mí. Cuando pasó aquello yo estaba a punto de cumplir los 16 años y vivíamos en un país bajo una dictadura, lo que supone un control absoluto sobre los medios de comunicación. Tengo recuerdos de aquellos días, pero la información que recibí estuvo muy sesgada. En las opiniones que voy recibiendo de la novela me van contando los lectores que se están enterando de unos hechos, cercanos en el tiempo, pero muy desconocidos.


MC — Como parte de la documentación para esta novela viajaste a El Aaiún. ¿Qué te encontraste?

CD — Me encontré con un lugar donde la huella expresa de la presencia española está difuminada, por supuesto que adrede. Pude reconocer muchos lugares porque antes de ir ya sabía dónde estaban los edificios más emblemáticos nuestros: Correos, las oficinas de Iberia, el Parador de Turismo, el Casino de Oficiales, la residencia del Gobernador, el cuartel de La Legión, pero no porque allí se hable de ello. También me sorprendió encontrarme a muy poca gente que hablara español.


MC — En la novela se cuenta la desaparición de un alférez español. Sin hacer spoiler, ¿te consta que lo que sucedió con tu personaje, Alfredo, era una práctica habitual en esa época en el Sáhara o es simple ficción?

CD — La ficción es como la juventud: ¡Bendito tesoro! Que cada lector extraiga sus propias conclusiones.


MC — ¿Dejó el Sáhara muchas Elviras Pineda por el camino?

CD — Muchísimas mujeres españolas regaron su desesperación con lágrimas por culpa de lo que pasó allí. Y puedo certificarlo pues conozco un caso concreto. Y, en otro caso distinto, puedo asegurar también que es un tema que sigue emocionando. Fueron momentos muy intensos con unas dudas inmensas sobre lo que podía suceder en aquella tierra.


MC — ¿Y por qué el título de Diamantes de luz helada? Sé que la respuesta está en sus páginas, pero ¿hay una explicación para quienes no te hayan leído todavía?

CD — No, no la hay. El título solo se comprende si se ha leído la novela.


MC — Tus primeras novelas fueron publicadas con editoriales convencionales, alguna de ellas de renombre. Esta es la octava y, al igual que las dos anteriores, es autopublicada. ¿Por qué te has decantado por este modo de publicación, es más abierto este mercado? Cuéntame tu experiencia, por favor.

CD — Estoy encantado con la autopublicación porque eres el dueño de la novela en todo momento, sin casi eternos compromisos de permanencia. La publicas el día que te parece oportuno, con el precio que entiendes más adecuado y estás informado puntualmente de las ventas tanto en digital como en papel.


»Además, y como se imprime bajo demanda y el lector lo recibe en 48/72 horas, el libro jamás se agota y siempre está disponible, y te lo ponen en tu casa o en donde quieras. Además, a precios más competitivos que si aparecen intermediarios. Y la distribución es mundial (sin exagerar). Te pueden leer en ambos formatos allá donde llegue Amazon, casi en todos los países.

MC — Todo eso es muy cierto y muy cómodo, pero entonces, ¿qué hacemos con las librerías tradicionales?

CD — Se siguen y se seguirán vendiendo libros en papel. La librería la tenemos a mano, el librero nos cuenta cosas y nos recomienda, y la librería vende también artículos de papelería y plumas y bolígrafos con buenos márgenes. Lo que no podemos obviar es la ventaja que supone la distribución de Amazon, que pides algo desde el móvil y al día siguiente lo tienes en tu casa. Eso es innegable.


»Cuando publiqué Los impares de Sagasta lo hice con una editorial almeriense. Ellos no tenían distribución en Madrid y lo que hice fue llevar el libro a 6 librerías en gestión en depósito. Pues bien, cuando saqué La menorah, de las 6 librerías habían cerrado 5. En 10 años habían cerrado cinco librerías, y bien buenas y céntricas, con solera. De las dos librerías de Salamanca donde Ediciones B vendía A las ocho en el Novelty ya no queda ninguna. En donde veraneo, Carboneras, exactamente igual. La confección y las cafeterías de bollos industriales tienen mucho más margen. Es el mercado, contra él no podemos luchar. Hace años, cuando entraba en el Metro y veía a alguien con el ebook, callado, despotricaba. Ahora ya ves cuáles son mis cifras de venta, ya lo he comentado.


MC — Te has especializado en el thriller histórico, novelando distintos acontecimientos de la Historia en cada uno de tus libros. ¿Ya sabes a dónde nos llevarás la próxima vez? Por cierto, ¿te ves cambiando de registro?

CD — Sí, lo sé perfectamente y será una novela del mismo estilo. ¿Cambios de registro? No me lo planteo porque en mis libros quiero que haya de todo: violencias y muertes, cariños y ternuras, intrigas y politiqueos, relaciones humanas con sus traiciones y sus lealtades. Y amor. Creo que todavía no se ha enterado el mercado que mis libros son historias de amor, que siempre está presente, desde el principio, en todas sus facetas, desde los amores tranquilos tradicionales a los amores imposibles. Así me encuentro muy cómodo y, además, me sirve para formarme como persona mediante el estudio y la documentación de la historia.


MC — Llevas ya diez años escribiendo, ¿ha cambiado mucho el mundo literario en este tiempo?

CD — Algo más. Se puede decir que yo empecé a escribir en julio de 2005. Siempre he dicho que a Cuba viajó el turista y regresó el escritor, aunque ya había escrito Los impares de Sagasta, que se escribió en el 2000 y se publicó en el 2006. Desde entonces no me he apeado de este tren que no tengo ni idea de dónde me llevará pero que me está permitiendo disfrutar del viaje de mi vida. El mundo literario ha cambiado muchísimo. En el 2006 el formato digital casi no existía (hoy vendo una proporción de 1 a 10, por cada uno en papel, diez en digital), existían multitud de librerías de barrio que hoy, desgraciadamente, ya escasean, la autopublicación no existía (y si existía yo no la conocía). Lo que no ha cambiado es el público, que sigue, seguimos, deseosos de que nos cuenten historias que nos evadan de nuestra vida habitual y que nos permitan conocer personajes y mundos increíbles fuera de nuestro entorno.


MC — ¿Tú eres economista de profesión y escritor por vocación, o viceversa? ¿Cuándo te diste cuenta de que disfrutabas más con las letras que con los números?

CD — ¿Quién ha dicho que disfruto más con las letras que con los números? (Risas)


MC — Tienes razón. Que te conozcamos por las letras no quiere decir que estas te gusten más que los números… (Risas)

CD — La Economía me sigue fascinando como cuando empecé a estudiarla en el año 1976 y no me arrepiento de haberla estudiado y de haber trabajado siempre en finanzas. Más que la escritura, hablaría de la creación en su sentido más amplio. Desde muy pequeño me ha gustado el teatro, el cine, he escrito alguna obra, dirigido películas de Super-8… Empecé escribiendo unos relatos de viajes familiares, como hacía mi madre, y de ahí pasé a mi primera novela, esos Impares de Sagasta que tanto me han dado. Y ahí sigo, «enganchado» a las letras sin soltar los números (igual un día acabo volviéndome loco).


MC — La cultura, Carlos, ¿está en crisis permanente o lo parece? Y las bibliotecas, ¿qué será de ellas si la era digital sigue avanzando, que lo hará…?

CD — Este tema me entristece mucho. No es que tengamos más o menos cultura, es que parece que no queremos tenerla. Percibo falta de interés por conocer nuestra historia, las bases más elementales, y eso es muy preocupante para nuestra sociedad. Que sepamos la alineación de un equipo de fútbol y no sepamos el nombre de un escritor español que haya ganado el Nobel es muy preocupante. Las bibliotecas seguirán existiendo porque siempre necesitaremos espacios para el estudio y para almacenar y poder consultar libros. Además, hay mucha gente que no lee en digital.


MC — Hay escritores a los que no les agrada demasiado la promoción, firmas, presentaciones… de sus libros, pero no es tu caso, que sé que disfrutas de todo ello. ¿Qué te aporta esta parte de tu faceta literaria?

CD — Cuando escribes con protocolos profesionales lo haces para que te lean, por eso me encanta hablar con los lectores, escuchar sus opiniones, sus sugerencias, sus dudas, sus preguntas. Para mí es algo fundamental porque el escritor está dentro de la sociedad y tiene que servirla y servirse de ella para retroalimentarse. La literatura me ha permitido conocer a gente increíble que me ha enseñado muchísimo, desde asuntos lingüísticos a temas técnicos o históricos.


MC — Hablemos de las redes sociales. Tú eres muy activo en ellas y, además de promocionar tus obras, te «mojas» siempre en los temas más espinosos. ¿España va bien, Carlos?

CD — Este no es el foro ni para hablar de cómo van los indicadores macroeconómicos ni cómo anda el empleo o la balanza de pagos. Lo que sin duda alguna no va bien es la convivencia. Adolecemos de forma clara y rotunda de respeto por las opiniones ajenas y nos sobra odio. No necesitamos que nos enfrenten porque ese camino nunca nos conducirá ni a la prosperidad económica ni al bienestar social, y mermará nuestra libertad. El país necesita reformas, como todos, pero no revoluciones.

MC — Eres un escritor ya reconocido, pero habrá lectores que no se hayan asomado todavía a tus letras. ¿Qué les dirías para que se animen a leerte?

CD — Que entren en mi web (con tu permiso, pongo aquí la dirección: (www.carlosdiazdominguez.com) y lean las sinopsis de mis novelas y las opiniones que me han dedicado los blogs literarios. También pueden entrar en mi página de Amazon y leer las opiniones que allí se han puesto. Me siento un escritor muy afortunado porque percibo que mis lectores disfrutan con mis historias, que les hacen emocionar y que valoran la documentación con que son tratadas las tramas, las cuales favorecen la ambientación y las personalidades de los protagonistas.


MC — Muchísimas gracias, Carlos, por asomarte a nuestras páginas. Ha sido un verdadero placer compartir este ratito contigo. Mucho éxito con Diamantes de luz helada y feliz 2020 para ti y los tuyos.

CD — Muchas gracias a ti y muchas ganas a todos de seguir disfrutando con este maravilloso mundo de las Letras.


Marina Collazo Casal. ENTREVISTA PUBLICADA EN LA REVISTA PASAR PÁGINA 24 - DICIEMBRE 2019: https://drive.google.com/open?id=1k_BuPanDS8CtYDK8mKpDDzN3_ffcWLyI
3 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


©2020 por Los cuadernos de Aroha. Creada con Wix.com

  • facebook
  • twitter
  • linkedin
bottom of page