Una de las cosas que nos define en Pasar Página es la curiosidad por aprender. Y esa curiosidad es la que nos lleva a acercarnos a los protagonistas que mes a mes llenan nuestras páginas, dejándonos empapar de todo lo que nos cuentan sobre sus profesiones y creaciones, saciando nuestra curiosidad. Aprender, siempre aprender. En esta revista de divulgación cultural, no dudamos en darle cabida a temas de otros ámbitos, otras especialidades, otras personas... Y así es como llegamos este mes hasta la mujer que ocupa las siguientes páginas: Beatriz de Vicente de Castro, Abogada Criminóloga, que cada vez que aparece en los medios de comunicación pone la explicación exacta a aquello que se nos escapa al entendimiento de los que nada sabemos de leyes. Habla con pasión y propiedad de su especialidad: la Criminología.
Tras años siguiendo sus intervenciones, sobre todo en televisión (Expediente Marlasca, en Más vale tarde, de La Sexta y Espejo Público, de Antena3) en casos de alta relevancia y cabreo nacional, donde ella siempre pone la guinda con la pasión que la caracteriza, dando respuestas a todas las preguntas que nos hacemos desde el sofá de casa, la presentación de la novela Despiértame cuando acabe septiembre, de Mónica Rouanet, en la que Beatriz era una de las participantes, nos dio la oportunidad, a Almudena Gutiérrez y a mí, de acercarnos a ella y, en mi caso, trasladarle mi admiración y gratitud por todo cuanto aprendo cada vez que la escucho. Le propusimos una entrevista y nos dio su teléfono y su correo electrónico. Llamadme o escribidme, y lo que queráis; encantada, de verdad, nos dijo, con esa sonrisa que nunca pierde. Una mujer muy cercana, afable, que respira pasión y energía por su oficio en cada poro de su piel. Ha hecho de una afición su trabajo y disfruta tanto con él que escucharla, además de instruir, contagia.
»Un tiempo después de ese encuentro, me puse en contacto con ella y me dice: ¿Cómo hacemos? ¿Vienes y me grabas o te contesto por mail las preguntas? No, mejor que vengas y me grabas, que es más rápido... Consultó su agenda - muy apretada - y me preguntó: ¿Con media hora tendrás suficiente? - Sí, no te preocupes, le digo. Sé que estás a mil cosas, y con lo rápido que hablamos las dos, media hora nos dará para mucho (risas). Me citó unos días después en su despacho para realizar la entrevista que le propuse y allá me fui, a su encuentro, en el día y hora acordados. ¿Y qué sucedió? Que la media hora se transformó en una hora, así de generosa fue ella, cambiando sobre la marcha una cita que tenía. Vuelvo a destacar su cercanía, su afabilidad, su generosidad y buen humor, que convirtieron esta conversación sobre temas muy serios en coloquial, pero recibiendo una lección magistral de Derecho y Criminología que le agradezco enormemente. Mi deseo es que disfrutéis de esta charla tanto como lo hice yo. Poneros cómodos que vienen curvas...
MARINA COLLAZO — Ante todo, Beatriz, gracias en nombre de Pasar Página y en el mío propio por recibirnos, con una agenda de locura como la que tienes. Intentaré robarte el menor tiempo posible, aunque ya te aviso de que necesito muchas respuestas. (Risas)
BEATRIZ DE VICENTE — Nada, por Dios. Gracias a vosotros por interesaros y a ti por venir. Intentaré contestarte a todo, cielo. ¡Vamos a ello!
MC — Bien. Empecemos por el principio, Beatriz. ¿De qué hablamos cuando hablamos de Criminología?
BdV — Cuando hablamos de Criminología, hablamos de una ciencia que en el ámbito de España siempre ha estado vinculada al Derecho, pero que en el mundo anglosajón está vinculada a la Sociología. En realidad, está vinculada al comportamiento. Una definición academicista diría que la Criminología es una ciencia multidisciplinar e interdisciplinar. Primero, es una ciencia empírica, es decir, se basa en hechos. Decimos que es multidisciplinar porque bebe de distintas fuentes. Toda aquella ciencia que pudiere aportar alguna información válida respecto al sujeto de estudio, nos interesa: la Sociología, el Derecho, la Biología, la Medicina, la Psiquiatría, incluso las Matemáticas. Decimos que, además, somos interdisciplinares porque unimos todos estos conocimientos. Que somos multifocales porque somos capaces de observar un mismo objeto de análisis desde distintas perspectivas (incluso en ocasiones experimentales, en el ámbito, sobre todo, de la prevención y el tratamiento) y cuyo objeto de estudio es el delito, el delincuente, la víctima, las formas de control social, la prevención, el tratamiento...
»La Criminología te enseña que el delito no es la mera infracción de una norma, que es un concepto variable que depende de coordenadas geográficas, históricas, culturales... Como, por ejemplo, que acostarte con una niña de 8 años en nuestro país es delito, pero en Pakistán se casan con ellas. Cortar el clítoris a una mujer en Cataluña es un delito de lesiones graves que conlleva penas de prisión de hasta 15 años, y en Nigeria es cultural; que la homosexualidad en España se castigaba con la prisión hace 50 años y ahora mismo es una opción más. Vemos que es un concepto que varía. Igualmente, que no entendemos que el delincuente sea un monstruo que ya nace con un mal inscrito, o que es el mero infractor de una norma. No, no, es un ente biopsisocial como cualquiera de nosotros, que por circunstancias que pueden ser biológicas, psíquicas, sociales... ha llegado hasta ahí. El delincuente, al fin y al cabo, es una persona como cualquiera; o que la víctima no es un mero mobiliario de la escena del crimen, que interactúa. Descubrimos así la criminodinamia que es la dinámica comportamental que hay entre víctima y agresor, y con ello la cifra oscura, los tipos de víctimas que hay, en fin...
»La Criminología, por tanto, es una ciencia que nos acerca a la comprensión del mundo de la criminalidad en su más amplio espectro.
MC — ¿Esto del crimen te atrajo siempre o primero fue la abogacía y esta te llevo a la Criminología? ¿Es vocacional?
BdV — Esta es una pregunta que me encanta. Cuando era pequeña, mi madre descubrió (que en paz descanse, va por ella) que yo guardaba el periódico El caso que le cogía a un vecino... Desde mi más tierna infancia el lado oscuro del ser humano me ha fascinado. El primer libro que me leo, digo libro sin ilustraciones. Tengo ocho años y me leo, ni más ni menos, que la biografía de Henri Désiré Landru, que es un descuartizador parisino. Y lo que me fascina es por qué la gente llega a ser tan mala; y cuando soy pequeña (soy hija de médico y madre artista) mi intención era dedicarme a la Psiquiatría y la Neurocirugía para cambiarles el cerebro, pero finalmente mi espíritu combatiente hizo que tirara por la rama del Derecho. Cuando yo estudié Criminología era necesario darle la mano a una carrera, (hoy en día es un Grado independiente) así que me hice abogada y criminóloga prácticamente a la par, de hecho, me licencio en Derecho y me hago experta en Criminología en el mismo año, el 97, dándole la mano lo uno a lo otro.
MC — Entonces, decir Abogada Criminóloga es correcto.
BdV — Totalmente. Y fue puramente vocacional, por lo que acabas convirtiéndote en un friki porque acabas haciendo de tu hobby o pasión tu propio trabajo, y no hay límite de horas. ¡Nunca veo el final
MC — ¿Qué puede hacer un criminólogo por y para la sociedad?
BdV — ¡Qué interesante esta pregunta! Mucho. El criminólogo tiene cuatro grandes vertientes profesionales. ¿Qué es lo que puede hacer? (tema 7 de los apuntes de mis alumnos) Primero: compilamos, es decir, somos recolectores del ámbito de la criminalidad. Recopilamos datos de cualquier fuente. Segundo: los sistematizamos, analizamos y tenemos capacidad para explicarlos. Tú me dices: ¿por qué mató a su hijo?, ¿por qué enterró viva a su madre?, ¿cómo acabó con toda su familia? Un criminólogo tiene capacidad para darte esas repuestas, porque además de compilar todos los datos, tiene capacidad para explicar, pero, además, intervenimos. Y podemos intervenir en el ámbito de la prevención, en el ámbito del tratamiento penitenciario, en el ámbito de la prevención victimal o de agresores. Podemos intervenir como abogados, como médicos, como sociólogos, como psicólogos, como periodistas, como escritores...
»Es decir, la capacidad de actuar para minimizar la criminalidad (imposible eliminarla, la conflictividad es innata al hombre) y, finalmente, hay algo que solo hacemos nosotros, que es pronosticar. Hacemos prognosis criminológica, tenemos capacidad para decir: ¿va a volver a delinquir? ¿Qué peligrosidad criminal tiene este sujeto? ¿Tiene posibilidades de reincidir o no? Incluso me podrías pedir un estudio sobre la evolución de un determinado delito; delitos que estaban en desuso y vuelven a aparecer, delitos que aparecen con las nuevas tecnologías o con las sociedades del bienestar... Entonces, como verás, es un mundo amplísimo.
MC — En algunos sectores culpan a la Criminología de ser una ciencia intrusiva, ¿qué me dices a esto, Beatriz?
BdV — Pregunta también muy interesante. Vienes fuerte, ¿eh? (risas) Hay muchos sectores que nos ven, efectivamente, como intrusos; primero porque en España durante muchos años no se ha reconocido siquiera el Grado de Criminología como una ciencia propia. El propio concepto de Crimonología como ciencia propia es discutido en el ámbito profesional: los psicólogos dicen: ¿qué aporta un criminólogo que no pueda dar yo?, el psiquiatra dice: ¿qué aporta un criminólogo que no pueda hacer yo? A la hora de comprender un delito, ahí estoy yo. El psicólogo te dice: a la hora de tratar un delito, ahí estoy yo. El abogado dice: oye, que en el ámbito penal ya estoy yo... ¿Qué le falta a todos ellos? Esa multidisciplinidad de la que estábamos hablando, señor psicólogo, usted tiene capacidad para hablar de conductas, pero no tiene los conocimientos en Sociología, en Derecho, en Biología... en todas aquellas ciencias que nosotros tenemos la capacidad de aunar y nos da esa visión global sobre el mundo de la criminalidad, y por eso, en muchos sectores nos ven como intrusos, incluso en el ámbito jurídico hay quien te dice que esto de la Criminología no tiene mucha validez. España es una auténtica analfabeta en el ámbito de la Criminología.
»Estamos a años luz de la Criminología en el mundo anglosajón. Un caso que lo demuestra claramente es el de Tony Alexander King, que estrangula hasta la inconsciencia a diez mujeres, siendo menor de edad, y una vez que están inconscientes las destroza. En realidad, es un hombre que se siente capitidisminuido ante una mujer activa y necesita, de algún modo, destruirla para poder acceder a ella. No mata a ninguna de ellas, pero tenemos en ciernes a un asesino en serie. Cumple condena como menor de edad, sale y se cambia el nombre, por cierto ya muy indiciario: Tony (de Marco Antonio), Alexander (de Alejandro Magno) y King, rey. Eso ya habla de su narcisismo. Se instala en la costa de Málaga y Scotlant Yard, que es uno de los mejores cuerpos policiales del mundo, nos avisa: señores, se les ha instalado un depredador de altísimo octanage criminal en la costa de Málaga. ¡Y pasamos de todo!
MC — Y muere Rocío Wanninkhof...
BdV — ¡Exacto! Muere Rocío Wanninkhof, ¿alguien llamó a su puerta? Desaparece Teresa en Granada, otra niña en las mismas circunstancias... Empiezan a desaparecer varias niñas en Andalucía, casos que no se han resuelto. ¡¿Alguien llamó a aquella puerta?! Tuvo que morir Sonia Carabantes, aparecer una colilla con un ADN para que finalmente se buscase. Juzgamos a una mujer porque era lesbiana y era desagradable en sus gestos... ¡Condenamos a una inocente y lo teníamos en la puerta de casa! Eso habla de nuestra ignorancia y algún día nos daremos cuenta.
»No puede haber un plan de política criminal que se prive de tener un criminólogo; no puede haber centros penitenciarios que no tengan criminólogos; centros de asistencia a las víctimas, juzgados... Y ahí estamos, abriendo brecha, hija. Hemos generado hace poco más de un año, el Colegio de Criminólogos al que pertenezco. Soy Primera Vocal del Colegio de Criminología de Madrid y estamos intentando abrir esta brecha, reuniéndonos con los grandes actores y operarios de todos los ámbitos para que se abran estas puertas.
MC — Es muy necesario.
BdV — Muy, muy necesario. A ver qué sucede.
MC — ¿Qué debería cambiar en la mentalidad, y conocimientos, de los ciudadanos para no condenar gratuitamente ciertos delitos? ¿La ignorancia es muy atrevida, Beatriz?
BdV — Otra pregunta muy interesante. La ignorancia es muy atrevida, sí. Tenemos una falta de cultura criminológica. Nosotros creemos que la Criminología es lo que vemos en las series de televisión como CSI, donde vemos a la policía recogiendo pruebas. Eso se llama Criminalística, es una rama de la Criminología. La Criminalística son un conjunto de técnicas (ya no es una ciencia) tendientes a la averiguación del delito, a la averiguación del delincuente y la detención del mismo. Las inspecciones oculares, la recogida de muestras, la compilación criminal, son técnicas de investigación. Como sociedad, nos falta que haya más cultura criminológica, y también en los medios de comunicación, algo que intento divulgar.
»Tenemos que comprender que cuando un juez condena una determinada pena está sujeto al principio de legalidad, que hay un Código Penal que establece unas penas, y él no se puede salir de ahí. Tenemos que comprender que cuando hablamos de derechos procesales el pueblo quiere justicia, y se entiende... Mira, esto te lo explico de una forma vulgar pero práctica: tío que viola a una niña de 13 años, lesiones severas, le destroza la vida. Cumple condena y sale a la calle con un permiso, y se acerca a la madre de la víctima y le dice: he visto a tu niña, le están creciendo los pechitos, qué guapa está... La madre coge un bidón de gasolina, se va a por él y lo quema. Cualquiera, personalmente, comprende la provocación, el arrebato, la obcecación... y el deseo de matar a aquel que ha destrozado lo más hermoso que tenías, que era tu flor. Pero no podemos esperar que el sistema avale semejante situación. (Finalmente la condenaron con unas atenuantes muy importantes y obtuvo un indulto parcial)
»Es como aquella sociedad que dice: si matas, te mato; eso es una paradoja irreconciliable. En los países en los que se aplica la pena de muerte, está demostradísimo que las curvas delincuenciales no solo no bajan, sino que suben. Si a eso le sumamos los errores judiciales, que son inevitables, porque la justicia la imparten hombres y los hombres erramos, y erramos a diario, con un solo muerto que ejecutes inocente, ¡Dios mío, el sistema ya es de una injusticia absoluta! Partiendo de esa base, tenemos que dar mucha más información al ciudadano para que comprenda. Es como cuando dicen que hay que eliminar la criminalidad, eso es una utopía, tienes que matar al ser humano... Podemos educar para que haya menos, minimizarla, reducir sus efectos... pero la criminalidad es consustancial a cualquier sociedad, porque la sociedad es un conjunto de individuos en constante conflicto de intereses, entonces es inevitable; otra cosa es que intentemos minimizar sus efectos y la potencialidad de determinados sujetos, máxime cuando nos damos cuenta de que, muchas veces, la incultura es la culpable... Por ejemplo, la mujer solo delinque en el 10% de los casos. En la mayoría de estos casos, detrás de la delincuencia femenina hay situaciones de infancias disfuncionales, problemas económicos, pobreza, falta de cultura, que es lo que suele abundar en los centros penitenciarios. La asesina maligna somos una de cada diez...
»Y luego la prevención primaria, que eso le cuesta mucho entenderlo a la gente. La prevención secundaria es la de la policía; la del derecho penal ya no es ni preventiva, es el fracaso total de la prevención cuando tiene que actuar. Pero la primaria... Vete a aquel barrio que está abandonado, arregla las calles, haz colegios, haz centros de formación. Evita que ese niño se convierta mañana en un delincuente. Si ya lo decía Aristóteles, por Dios: ¡el que delinque lo hace por falta de cultura! No me obligues a robar mañana y luego me cortes la mano por haber robado. Enséñame a ganarme la vida. Entonces, nosotros la prevención primaria no la aplicamos porque no se nota en una legislatura, ni en dos, se nota en tres; en 12, 15 años, y claro, no voy a invertir en algo en lo que luego se va a llevar el otro el laurel. Vete a Pan Bendito, por ejemplo, y a todos los barrios marginales y evita la marginalidad de esos niños. Trabaja con los niños que no están escolarizados, aquellos cuyos padres están en la cárcel, que sus madres beben o sus hermanos delinquen... Trabaja con ellos, porque ellos van a imitar esos comportamientos. Y no lo hacemos. Habría que aprender, y mucho, como sociedad.
MC — ¿Y aprenderemos?
BdV — Bueno, lo de aprender no se nos da muy bien... El otro día leí algo muy interesante: el gen de la inteligencia es regresivo. La astucia cada vez aumenta más, enseñamos a los niños que el triunfo es ganar mucho y que los demás te reconozcan... Nos falta una educación de valores... Yo no soy nada clásica, pero reconozco que hay una serie de valores éticos que nos inculcaban que hoy día están en desuso. Una persona mayor entra en el metro y tú te levantas, una embarazada y te levantas; no es un viejo el anciano, es un sabio y le hablas de usted; respetas a tus padres...
»El éxito es conseguir lo que pretendes, mejorar... El éxito no es tener dinero, es necesitar menos. Tú ahora le preguntas a un niño qué quiere ser de mayor y niños con vocación, es rarísimo. No se lee; los niños no leen, el lenguaje es mucho menos exquisito. Encontrar un niño que lea es una rareza y la lectura te abre tanto la mente, te enseña tantos mundos... Estamos en un momento que culturalmente estamos muy empobrecidos, en el que todos tiramos mucho de una tecnología que nos deriva a comportamientos muy ciegos y muy erróneos. Estamos importando la fama de lo estadounidense: lo rápido, lo efímero... y que los demás te reconozcan. Lo importante es que tú te reconozcas, que tú digas: ¡bien, lo he hecho, lo he conseguido! La crítica es la tuya. Estos programas en que la gente va para ser famosa, da igual lo que haga, lo que importa es que le reconozcan... ¡madre mía! Esto da para hacer un máster…
MC — ¡Y para otra entrevista! Vamos con otro tema que también me interesa mucho. Eres letrada del turno de Oficio, un puesto en el que no eliges a quién defiendes. Supongo que es complicado, en algunos casos, defender lo indefendible. ¿Es obligatorio ser abogado de Oficio? Explícame en qué consiste tu trabajo como tal, por favor.
BdV — Dentro de la abogacía, ejercer en el turno de Oficio es totalmente libre. Cuando ejerces de Oficio eres como un médico de urgencias, no puedes preguntar si eres bueno o malo para coser la herida, la coses. Al médico de urgencias, cuando le llega un sujeto con un corte en el abdomen, le tiene que salvar la vida, no pregunta si es un pederasta o si es un asesino o un maltratador; ha de salvar su vida. Pues cuando eres abogado del turno de Oficio, tú tienes que defender el caso, sí o sí. Yo en mi despacho puedo elegir: no me gusta tu defensa, no me creo tu historia o no me apetece defender esto... En el turno de Oficio, defiendes sí o sí, como un médico de urgencias.
»Yo, cuando el sujeto es absolutamente culpable, le invito a la redención, le invito al acuerdo. Recuerdo un caso flagrante de culpabilidad, no había defensa posible, y lo intenté convencer. En el acuerdo puedes conseguir que en vez de 15 años sean 12, por ejemplo, no te vas a tu casa alegremente. Pero tienes que convencerle de que reconozca el delito y bajar así un poco la condena. Bueno, pues en este caso, que no, que no... Entonces, es lo que yo digo defensas de perfil bajo: Señoría, que mi cliente dice que él no es, y miras al juez con la complicidad de Señoría, que él dice que no es... Defiendes lo indefendible, y lo que hay que comprender es que el abogado defiende la verdad del cliente, que no tiene por qué ser ni la verdad. De hecho, la verdad es inexistente, todo es fenoménico o relativo; ya lo decía el proverbio: nada es verdad, nada es mentira, todo depende del cristal con el que se mira. Aun pese a ello, yo defiendo tu verdad. ¡Es tu verdad! Señoría, mi cliente dice que...
»Hay defensas que me creo. Tengo un pedófilo que colecciona pornografía infantil, que es un desgraciado, es un tipo con una neurosis parafílica importante, es un sujeto que vive con angustia y ansiedad su propia criminalidad, no lo puede evitar, pero lo hace. Reconocemos que lo hace, pero intentamos buscar un tratamiento, un atenuante... Y lo defiendo con pasión porque es una defensa que me creo: mi cliente, sí, ¡es un degenerado y lo sabe! Lo defiendo. Ahora, lo que no voy a decir nunca es que es un angelito...
»Hago el turno de Oficio porque quiero. Adrenalina a mil. Probablemente sea una adicta a la adrenalina (risas). Imagínatelo, la guardia son 24 horas que se suelen transformar en 48 o 72. De pronto te llaman de una comisaría; tienes un homicidio, una violación, un asesinato... Llegas, te presentan al cliente y ¡a defender lo que sea!
MC — ¿Puedes negarte a asistir a un detenido?
BdV — No debes, porque le estás negando un derecho constitucional a un sujeto. Como en todo, hay excepciones, como que el caso sea indefendible y demuestres porqué. El tribunal dirimirá si es así y en caso afirmativo, aceptará la negativa del letrado. Otro motivo puede ser por razones personales. Por ejemplo, un caso de violación o maltrato y que tú hayas sido víctima de ese mismo delito y te suponga un trauma. También se puede dar el caso de que el abogado se vea obligado a rechazar una defensa si, por ejemplo, con anterioridad ha defendido a alguien que es contrario al que ahora precisa ser defendido.
MC — ¿Qué te aporta esta faceta?
BdV. — Te salen casos que nunca te salen como particular; no paras de aprender, es una escuela impresionante, y luego, cuando eres vocacional como soy yo, disfrutas defendiendo a los más desheredados del mundo. Uno de los casos más satisfactorios, y que aún me ponen el vello de punta al recordarlo, es un sujeto con un SIDA terminal, expresidiario y delincuente habitual cuya madre lo denuncia en falso. Cuando al juez le llega aquello, ¿delincuente habitual? ¿expresidiario? ¿sidoso terminal? ¡Culpable! ¿Madre ancianita diciendo que su hijo le ha pegado? ¡Culpable!
»Pero su hermana (tuerta por una paliza de su madre) vino a verme y me contó la realidad, que era muy distinta, y me dijo: mi hermano se muere, pero que lo haga en libertad. Jamás pegó a mi madre, somos lo que somos por la madre que tuvimos. ¡Lo defendí con uñas y dientes! Y lo conseguí. Su hermana me llamó para decirme que su hermano había muerto en libertad, todavía me emociono al recordarlo. Es uno de mis mejores casos. ¡Y era un desheredado del mundo! Yo no quiero saber nada de famosos, la verdadera satisfacción es ayudar a estos desheredados del mundo.
MC — Soy profana total en esta materia y cuando leo o escucho que, en algunos casos, se solicita un habeas corpus, no sé de qué me hablan. Explícamelo, por favor.
BdV — Es un derecho reconocido en la Constitución y lo que supone es tener el cuerpo. ¿Qué significa esto? El derecho que tiene todo detenido a ser puesto inmediatamente a disposición judicial si considera que los motivos de su detención son ilegales. Cuando un policía detiene puede tener a alguien hasta 72 horas bajo custodia policial antes de ponerlo a disposición de un juez. Ahora bien, si el sujeto solicita habeas corpus, debe ser inmediatamente puesto a disposición de un juez. Entonces, el juez le preguntará por qué es ilegal su detención. El detenido puede decir que, porque no hay delito, o que no se han cumplido las normas necesarias para retenerle, o que ha pasado el tiempo necesario para que estuviera detenido; que ya se han practicado las diligencias que eran necesarias... Todo lo posible que pudiera demostrar que esa detención es ilegal, contraria a Derecho. Por tanto, es un procedimiento que permite la inmediata puesta en libertad de cualquier detenido frente a un juez para dirimir si esa detención es justificada o no.
MC — A colación de lo que te preguntaba antes sobre los conocimientos de criminalidad que tenemos (o no) los ciudadanos de a pie, dime, Beatriz, ¿sabemos distinguir entre pedófilo y pederasta, por ejemplo?
BdV — No, no sabemos. Te hablo de memoria, pero creo recordar que fue en 2001 o 2002 cuando la RAE incluyó la diferencia entre pederasta y pedófilo. El pedófilo es aquel que tiene atracción sexual erótica hacia menores, pero no actúa contra ellos. El pederasta es el sujeto que abusa, que actúa sobre ellos. Si esto lo llevamos al DSM (Manual de Diagnóstico de los Trastornos Mentales) actualmente DSM 5, un manual internacional que habla de las enfermedades mentales y trastornos de conductas, no hay diferencias. Ahí dice que la pedofilia es todo aquel que tiene atracción sobre menores o actúa sobre ellos durante al menos seis meses, generándole al sujeto un malestar físico, psíquico, familiar o mental, y que sustituye su vida sexual normal. Ahora, si trasladamos esto al Código Penal, nos damos cuenta de que este no establece diferencia entre pedófilo y pederasta, pero sí lo hace en cuanto a los delitos que uno y otro comenten. El pedófilo, que nunca tocaría a un niño, a lo más que llega es a ser un mirón del parque, a coleccionar o poseer imágenes, o ser exhibicionista en el peor de los casos, hacia menores o incapaces, y que conlleva penas menores.
»Un pederasta es el que va de la agresión el abuso, todo un elenco de agresiones sobre un menor. Hoy en día, sobre menores, la edad de dieciséis años es el límite en el Código Penal, mientras que los DSM, establecen el limite de lo que es un pedófilo o un pederasta, en una edad de trece hacia abajo. Curioso. La edad más baja de Europa la tiene, con doce años, el Vaticano. Uauh... España la tenía, hasta 2015, en trece. Yo no hubiera sido partidaria de que se elevase a dieciséis, en trece o catorce estaba bien, porque la edad penal son catorce años, entonces, si yo con catorce años respondo por mis actos a nivel penal, aunque sea con una minoración de penas, pero respondo, entonces cómo no voy a tener capacidad de elegir con quién me acuesto. Complicado. Y también hay que tener en cuenta que la mitad de España hormona con trece años y ya estamos receptivos con catorce, entonces...
MC — Esto me trae otra pregunta sobre esos casos donde un menor comete un delito adulto, pero es juzgado como menor. Si ha sido tan valiente (o adulto) para cometer el delito, ¿no lo es también para cargar con sus consecuencias?
BdV — Con la delincuencia juvenil hay que tener en cuenta que no tenemos moral con trece y catorce años. Solo hay que recordar cómo éramos nosotros, qué pensábamos, incluso cómo tratábamos a nuestros padres; cómo nos presentábamos frente al mundo. Nuestro prefrontal, que es donde tenemos nuestros criterios de moral y ética, se sigue desarrollando y madurando hasta los veintiún años, entonces no tenemos el código ético con trece; lo tenemos con treinta. Pero todo será exigirlo.
MC — Otro tema que me raya mucho, como dicen ahora los jóvenes: alcohol y drogas. Creo que actúan como eximentes, ¿no deberían ser agravantes? Matas o agredes y además vas borracho o drogado. Doble delito, doble castigo, ¿no? ¿Cómo se mide esto? Sácame de dudas, por favor.
BdV — No. Pero te lo explico. La drogadicción, el alcoholismo, o la influencia de cualquier psicótropo, diríamos que en realidad es una circunstancia que actúa de forma mixta. Puede atenuar, puede eximir o puede agravar. O no hacer nada. Uno, y así lo establece el Código Penal con claridad mediana, si yo me drogo para delinquir, eso no va a tener ningún efecto atenuante. Dos, si en ocasiones conduzco bajo los efectos del alcohol, directamente constituye delito: conducir bajo los efectos del alcohol, o bajo el efecto de las drogas. Ahora bien, tres, si yo soy drogodependiente y bajo una situación de abstinencia cometo un delito, nos tenemos que dar cuenta de que estamos delante de un enfermo que actúa con su capacidad intelectiva y volitiva altamente modificada. Si voy toda la noche consuminedo cocaína y por la mañana cometo un delito, me asemejo casi a un brote psicótico, de manera que cuando llego a casa y mi madre me regaña y llevo encima cinco gramos de cocaína y, de pronto, actúo en cortocicuito, el Derecho Penal tiene mucho de filosofia y ahí tenemos que aplicar la igualdad.
»Me gusta mucho un dicho de la Revolución Francesa que dice que la igualdad no es darnos a todos lo mismo, sino a cada uno lo suyo. Entonces, hay que analizar caso a caso para ver cuándo ese consumo de drogas y alcohol agrava, atenua, exime, o no hace nada. Te pueden pasar todo este elenco de cosas.
MC — Ya lo tengo más claro, gracias. Dime, ¿cuál es el caso más atroz que has visto?
BdV — Uno de mis casos más tremendos ha sido defender a un sujeto sabiendo que era culpable y que había un inocente siendo acusado. No puedo dar más datos, pero fue durisimo moralmente porque mi cliente estaba permitiendo que fuese acusado un inocente.
MC — Y tú tenias que defenderlo...
BdV — Yo no solo tenia que defenderlo sino que sabía que en el banquillo estaba sentado un hombre inocente, con mi cliente que era el culpable, por una agresión brutal. Ha sido uno de los peores casos de mi vida. O todo lo referente a un asesinato, que no puedo identificar, pero en el que a medida que iba avanzando el caso iba dándome cuenta de cuán culpable era mi cliente, del que empecé creyendo su inocencia, fue muy complicado...
MC — Estas situaciones, con lo entregada que tú eres, tuvieron que ser terribles...
BdV — Muchísimo. Me costó mucho. Y acusar a un sujeto de violación y descubrir, a los nueve meses de tenerle en prisión, que mi cliente mentía. Los casos que más me han costado, como verás, son acusar y darme cuenta de que a quien acusaba era inocente; o defender a sujetos frente a los que al principio creí que eran inocentes y terminé dándome cuenta de que eran muy culpables. Cuando defiendes a un culpable desde el principio, resulta como más fácil, y defiendes su verdad, pero cuando tú mismo en mitad de la batalla descubres tus propias debilidades, es muy demoledor. Y, a veces, defender a un auténtico canalla y que por errores del procedimiento quede en libertad…
MC — ¿Cómo se sale de esto, Beatriz?
BdV — No se sale. Hay un cuento que me gusta mucho, que me contó mi padre hace años y me cambió la vida. Me enseñó a que los errores se convierten en realidad y enseñanzas, y que un sabio es un cúmulo de fallos. Cuenta la leyenda que un hombre se puso muy enfermo en China y buscaba un médico que le asistiera. Entonces le dijeron que a la primera aldea perdida a la que llegara buscara una puerta donde hubiera muchas velas, porque las velitas representaban los pacientes que se le habían muerto a los médicos. Entonces llegó a un pueblo y vio una casa con cien velas (¡aquí no! Otra con cincuenta, otra con veinte, otra con diez, otra con dos y otra con una… (¡en esta, sí!). Entró, lo atendieron y se fue feliz, le había atendido el mejor médico del pueblo. No. Yo empecé ayer…
»El mejor médico del pueblo tiene cien velas, mató a cien pacientes; cien diagnósticos equivocados, y sabes que contigo esos cien errores no los va a cometer. Así que, desde entonces, cada vez que cometo un error, lejos de fustigarme, coloco una vela en mi puerta, y mi puerta cada vez es más brillante. Y te garantizo que ninguna vela es igual a otra. Y ese es el camino del aprendizaje. Esta es una profesión en la que los errores se acumulan, manejamos un concepto inexistente que es el de la justicia, sobre todo en ocasiones que ves que los jueces comenten injusticias o que la situación no ayuda….
MC — ¿Cuál es el caso peor juzgado que has visto? De esos que estaba tan claro que no te has podido creer luego la sentencia.
BdV — Hay muchos, pero recuerdo uno de un niño cuyo padre agredía sexualmente, abusaba de él, le obligaba a ese tipo de abusos que no deja señales físicas pero cuya huella psíquica es imborrable. El niño tenía siete años, con un discurso muy creíble, que dibujaba a su padre desnudo; hablé con el en muchas ocasiones… Cuando llegó el caso a mí fue porque un juez no quería escucharle. Una psicóloga cabreada con el mundo había decidido que lo que el niño contaba no le parecía creíble y archivaron el asunto. ¡Yo solo quería que un juez, por favor, le escuchara! Llegué al Constitucional y se consideró que no tenía interés constitucional suficiente. Una injusticia absoluta, absoluta… ¡y lo dejaron totalmente desprotegido! Lo peor de esto es que el padre, además, pedía régimen de visitas. Es una de tantas injusticias. Un niño que muere atropellado en un paso de cebra por un camión de Coca-cola. Un niño rumano de unos padres sin papeles. ¡Era tan injusto! El juez lo absolvió y hasta en la Audiencia Provincial me dijeron que pese al excelente recurso que había hecho, como no había lo que llaman principio de incertidumbre o indeterminación (que no habían presenciado la prueba), no podían condenar.
»Fue tan injusto que el compañero del contrario, de la compañía de seguros, fuera de sentencia, nos ofreció un acuerdo para pagar. Y no tenían porqué, pero era tan injusto que el sentimiento que le quedó al hombre le llevó a querer ser justo… Muchos casos. Tristemente, muchos, pero en la mayoría te diré que hay jueces que se dejan la piel también en su profesión intentando ser justos. Errores siempre hay porque somos humanos.
MC — Un tema muy actual: las redes sociales. ¿Cuánto hacen de bien y cuánto de mal en la sociedad en general y en el mundo criminal en concreto?
BdV — Decir que soy anti redes sociales es echarme al mundo encima, pero sí te diré que me dan terror. Yo no estoy en las redes, no me encontrarás en ningún perfil ni en Twitter, ni Facebook, ni nada que se le parezca; me parece un balcón al público excesivo, que mostramos nuestra vida constantemente, que estamos pendientes de un like, un gustar o no gustar, que nos hemos puesto a vivir en un balcón, buscando constantemente la aprobación vacua de los demás. A eso hay que sumarle que Internet se ha convertido en un campo abonado para el delito. Antes, el escenario de búsqueda de víctimas era algo más concreto, no virtual; ahora es un coto de caza amplísimo. Quedar en Tinder con alguien… ¡Ya hay asesinos de Tinder! Hay gente que caza a otros por internet para estafarlos. Hay un sinfín de rastros para la usurpación de identidad… Internet, que parece fascinante porque si antes, para obtener información íbamos a la enciclopedia, ahora Google es Dios.
»Igual que eso acerca, porque hablar desde Canadá por Skype, por ejemplo, con alguien es maravilloso, en el ámbito criminal las redes sociales se han convertido, sin quererlo, en un altavoz de comportamientos criminales. Por ejemplo, no nos damos cuenta de que, si pasamos un video de alguien que está desnudo, o siendo abusado o maltratado, y se lo mandamos a otro, estamos participando de ese delito y amplificando la victimación de ese perjudicado; se multiplica por mil. El derecho al olvido, que este tipo de cosas no se borran, no, no… A veces pueden ayudar pero yo creo que las menos.
MC — ¿Y los medios de comunicación, en general? ¿Cómo valoras tu participación en ellos?
BdV — Yo valoro a los medios de comunicación como una palestra divulgativa y como un foro desde el que divulgar, informar, enseñar… Si los medios de comunicación utilizan su poder para educar, informar, para contrastar la noticia, entonces estamos hablando de una crónica negra que enseña, que ayuda, que colabora, que informa… Pero si lo que hacemos es que las fuentes nos dan igual, que la verdad no nos estropee la noticia, que no le damos voz a todos; que lo único que me interesa es el morbo, que vendo humo y que me encanta levantar alarma social, eso no es crónica negra. Eso es amarillismo.
MC — Respecto a esto, como espectadora, a veces me parece que todo vale a la hora de contar los casos en los medios. ¿Dónde está el límite? ¿No nos centramos mucho en todo lo que rodea al criminal y poco en el caso en sí?
BdV — Digamos que el interés por el lado oscuro del alma humana, por el comportamiento disturbador del mundo social, interesa al hombre prácticamente desde que el hombre existe. Tan anormal es el santo como el criminal y si algo oscuro nos llama la atención a todos, eso el lícito y es normal. Hay quien dice que el mal ajeno nos recuerda el placer propio. Ahora bien, el enfoque que le demos a ese interés es lo que difiere de una vertiente periodística completamente licita, que es como la crónica judicial, que puede ser para generar mucho alarmismo o confusión o para educar al pueblo en Derecho Procesal, en Derecho Penal… para que la gente entienda por qué ocurren determinadas cosas. El juicio del procés, que se emitió en directo y ayuda a que la gente entienda la mecánica de un juicio -además con el juez Marchena que es uno de los mejores de este país- me parece absolutamente educativo. Creo que tenemos una labor que hay que ejercer y tener cuidado de no hacer lo contrario, porque últimamente es muy fácil rellenar la noticia con la pregunta cruel a la madre con su hija muerta: ¿qué sintió usted cuando le dijeron que su hija había muerto? ¡Eso es gratuito, pornográfico…!
»A Omayra la vimos morir en directo en la década de los ochenta, cuando el volcán del Nevado del Ruiz, en Colombia, explotó. Aquella niña estaba enterrada con el lodo hasta el cuello y sobre los cadáveres de su familia. Y la prensa la rodeó de micrófonos y ¡la vimos morir en directo, Dios de mi vida! Y acumulamos horas y horas de televisión. Una chica que participo en un Gran Hermano de Gran Bretaña, decidió rentabilizar su muerte, de un cáncer, y ha habido un programa que ha sido la muerte de Jade Goody en directo, ¡ha muerto en directo delante de una cámara de televisión! Uno de los programas más vistos de la historia contemporánea, ha sido en China y se llamaba Entrevista antes de morir, ¡entrevistas a personas que iban a ser ejecutadas!
»El amarillismo abunda y cuando ves que es lo que se hace en el ámbito periodístico, lo compruebas. Luego hay excepciones grandísimas, afortunadamente, y me jacto de trabajar con ellos; grandísimos periodistas de crónica negra emperrados en ser divulgativos, informativos y en dar la noticia desde todas las perspectivas posibles.
MC — A medida que avanza la sociedad, ¿cambian los delitos o estos son los mismos de siempre y lo que cambia es la forma de percibirlos?
BdV — Los delitos cambian; cada sociedad genera un determinado número de delitos y un determinado tipo de delitos; cada sociedad genera sus propios monstruos. Hay incluso teorías que dicen que los monstruos son necesarios: en un grupo, alguien tiene que hacer las cosas mal para que los demás digamos, esto es lo malo y esto es lo bueno. En la España de nuestros abuelos, el carterista clásico era un hombre educado, correcto, que con un pequeño toque distaría tu cartera. El carterista clásico ha desaparecido, hoy en día es mucho más violento. ¿Hace 40 años había pornografía en internet? No, porque no había internet. ¿Había usurpación de identidad? No, porque no había internet. La sociedad tecnológica genera una serie de delitos, otros han caído en desuso, como determinados timos.
»Luego, por el contrario, hay otro tipo de delitos, más personales, como por ejemplo robos. Robos, hurtos y estafas los ha habido siempre, varían en sus modalidades, pero las ha habido siempre, y las nuevas tecnologías generan nuevos tipos de robos. Luego hay delitos como el maltrato, homicidios o violaciones que se mantienen. Cuando la sociedad es, más o menos estable, lo que ocurre es que la cifra oscura (volumen real de delitos) disminuye; se denuncian más. Por ejemplo, en el tema del maltrato, no se maltrata más ahora en España, incluso va a menos, pero ahora se denuncia y lo conocemos. Ahora tu madre ya no te dice: hija, hay que aguantar por los niños. Ahora la madre te dice: ¡no lo aguantes, y si se pone así, denuncia! Entonces aumentan las denuncias y disminuye la cifra oscura.
MC — Científicamente, ¿cómo se explica la maldad del ser humano?
BdV — Si quieres conocer si un individuo es criminal o no, tienes que tirar de tres patas: somos entes biopsicosociales, la respuesta puede estar en lo orgánico, en los psíquico o en lo social. O interrelacionadas, de hecho, no somos mono causales, lo normal es una interacción de estos tres elementos, pero no solo en lo criminal. Cualquier persona que quiera conocerse tiene que tocar estas tres patas. Por ejemplo, una depresión postparto, por los niveles de estrógenos y testosterona, hace que una madre vea en el niño algo hostil, demoníaco; algo que le molesta y es capaz de matar a su hijo en una depresión postparto.
»La testosterona es una gran hermana de la violencia. La genética puede explicar a veces que el trastorno del control de los impulsos se hereda, que la esquizofrenia se hereda, que las psicopatías severas también pueden heredarse. Entonces, a veces, lo orgánico da una respuesta. En otras ocasiones es lo psicológico; una socialización defectuosa, un mal aprendizaje, un desarrollo moral equivocado, trastornos de conducta… Y en ocasiones, teorías sociológicas son las que los explican: el injusto reparto de la riqueza, teorías diferenciales, el control social… Bueno, todo esto da para un cursillo.
MC — Una cosa que me perturba, es la admiración que despiertan en las mujeres algunos criminales. ¿Tú lo entiendes? No sé si me lo puedes explicar…
BdV — Sí, y es muy interesante. Tiene un nombre y se llama hibristofília y es la fascinación por hombres violentos; y la enclitofília es esa misma fascinación con el elemento de que además sean famosos. A ver, al hibristofília tiene una respuesta antropológica muy divertida. Tenemos tres cerebros: un cerebro reptiliano, donde residen nuestros instintos; el sexo, el territorio, la agresividad, la protección, la supervivencia, el alimento, el sueño… Tienes un cerebro, encima, que es un cerebro límbico, lleno de emociones: la alegría, la tristeza, el miedo, la ira… Y luego tienes un neocórtex, que es el cerebro inteligente; nuestro prefrontal es donde tomamos nuestras decisiones. De hecho, para tomar una decisión, tu cerebro reptiliano se impregna de emociones y tomas la decisión. En el cerebro de un psicópata, esa impregnación de decisiones no existe, pasa directamente del instinto a la toma de decisiones; no hay emoción por medio, de ahí que sean tan pragmáticos y cosifiquen a los demás. ¿Qué es lo que ocurre con al enclitofíbia? Tu cerebro reptiliano te informa, a ti como hembra, ¿qué te gustaba cuándo eras un mono? ¿El mono poeta que te escribía sobre los árboles y te traía flores? ¿O te gustaba el mono bestia, violento, fuerte, que te garantizaba unos genes poderosos y dominantes; que te defendía de los demás y te garantizaba seguridad y alimento? Preferías al segundo.
»Bueno, pues han pasado los años, los siglos, los milenios… y hay cerebros que siguen informando a determinadas mujeres de que el hombre bueno es el hombre malo. Y no es menos cierto que al super poeta, las mujeres nos lo acabamos devorando. El hombre ha de tener un pelín de dominante, de malicia, para que nos resulte realmente atractivo. Esto hay que decirlo con mucho cuidado porque se nos puede interpretar muy mal, pero es verdad que las hibristofilíacas interpretan que el hombre violento es el más valido y se fascinan si han matado a mujeres, si las han violado… Los hay que tienes club de fans, ¡y se quieren casar con ellos! Aquí tenemos a Miguel Carcaño, que le mandan cartas de amor a la cárcel, por ejemplo.
MC — Beatriz, ¿crees en la reinserción del delincuente? ¿Y del criminal?
BdV — Por supuesto. De hecho, es el fin último del sistema penitenciario, por uno que se rehabilite o reinserte, el sistema ya tiene sentido. La mayoría de sujetos que cometen delitos patrimoniales, por injusto reparto de las riquezas, problemas de drogodependencia, son plenamente rehabilitables. He visto a muchas personas que tenían problemas de drogadicción que lo han superado, que han aprendido un oficio, y que ahora son ciudadanos maravillosos. Ahora bien, la de guante blanco, se reinserta mal. Cuando te han enseñado desde pequeño que perteneces a una clase social superior, cuesta mucho rehabilitarse. Si hablamos, además, de asesinos en serie, agresiones sexuales seriales, la reinserción o la rehabilitación son muy complicadas. Si hablamos de un agresor sexual serial que lo que está buscando es satisfacción libidinosa, satisfacción erógena, quizás podamos tener algunos elementos de tratamientos efectivos. Pero si lo que buscas a través de la sexualidad como vehículo, es obtener poder, control, castigar a otro, ser cruel… ¡Tela! Digamos que hay sujetos imposibles de reinsertar. Todavía no tenemos una pastillita que inyecte moral y ética.
MC — Eres profesora de Criminología, ¿qué les dirías a los estudiantes de esta materia?
BdV — Que somos alumnos sempiternos; que no dejen de aprender Que no somos tan diferentes los unos de los otros, y que el que cierra la puerta a la duda, deja fuera la verdad. Que huyan de verdades absolutas, porque en la ciencia del comportamiento todo es fenoménico y relativo. Que no abandonen nunca su capacidad de aprendizaje, hacen mucha falta.
MC — Háblame de tu tesis doctoral, por favor: El esclavismo sexual doméstico. Me parece muy interesante el tema que abordas en ella, aunque también me horroriza, esa es la verdad.
BdV — Uauh, ¡mi tesis doctoral! Veo que además de fuerte, vienes muy bien informada, ¡no se te escapa nada! (risas) A ver, es que es muy largo… esto nos da para otra entrevista (más risas) Pero te lo resumo. Es sobre esclavismo sexual doméstico y, dado que he encontrado distintos casos a nivel internacional de sujetos particulares, que sin ánimo de lucro y sin estar en organizaciones delictivas, raptan a individuos, normalmente mujeres, adolescentes o niños, para confinarlos en zulos, mazmorras, ni más ni menos que para usarlos como esclavos sexuales particular, estoy analizando la posibilidad de que casos así se hayan dado en España, o que pudieran corresponder a algunos de los desaparecidos que tenemos hoy en día.
»Por ahora estoy en ello, trabajando con agentes de la Unidad de Análisis de la Conducta Criminal de la Guardia Civil, que están codirigiendo mi tesis y, bueno, es un tema lóbrego y apasionante, que me espanta en la misma medida que llama mi atención, porque supone la capacidad de cometer tal cantidad de delitos: detención ilegal, maltrato físico, psíquico, agresión sexual, abusos..., de todo; torturas, secuestro continuado en el tiempo, la posibilidad de perpetuar la condición de una victima durante días, semanas, meses y años… Me resulta tan aterrador que estoy intentando descubrir si tenemos monstruos en España. Teniendo en cuenta que ningún grillo pesa 50 kilos más que otro, tengo que pensar que tiene que haber alguno.
MC — Se me pone el vello de punta solo de pensarlo… Estaremos pendientes de tu interesante tesis.
»Para terminar, algo más ligero, incluso frívolo al lado de todo lo que nos has contado. ¿Qué hace Beatriz de Vicente cuándo no está entre crímenes ni presentando la última novela de Mónica Rouanet? ¿Qué lees, además de ponencias?
BdV — (Risas) Soy tan friki, que cuando no hago nada, estoy estudiando, haciendo una tesis doctoral, y ahora, estoy en ciernes de escribir un libro sobre uno de los grades asesinos españoles, pero no puedo decir quién es. Me gusta dedicarle tiempo a mis gatos, a mis amigos; pasear por el campo, hacer deporte al aire libre y, bueno, otra cosa que todos hacemos pero nadie dice (risas) ¡Y leer! Sobre todo, leo novela negra.
MC — Beatriz, gracias infinitas por dedicarme esta hora de tu preciado tiempo. Ha sido una conversación muy instructiva y un gran honor compartirla contigo, que ya sabes que te admiro.
BdV — Gracias a ti, cielo. Tu curiosidad es maravillosa, no la pierdas nunca. Vuelve cuando quieras. Saludos a toda la revista y a vuestros lectores.
Con esto, un abrazo, unas fotos para el recuerdo y unas risas, nos despedimos. Beatriz es una persona muy cercana y divertida, además de una enciclopedia criminológica. Deciros que para mí ha sido una experiencia única. Nunca imaginé que un día estaría sentada en el despacho de esta mujer, de la que tanto aprendo cuando la veo en televisión llamando a las cosas por su nombre, teniendo esta interesantísima conversación. Mi deseo es que, para vosotros, fieles y queridos lectores, haya resultado igual de interesante.
En cuanto salimos de su despacho, Beatriz se marchó corriendo a la siguiente cita. ¡Esta mujer no para!
Marina Collazo Casal. ENTREVISTA PUBLICADA EN LA REVISTA PASAR PÁGINA 21 - SEPTIEMBRE 2019: https://drive.google.com/open?id=1vvikpV67sIEvPy8dEkbGTedbwXwyo34B
Comments