Ediciones Destino Colección Áncora & Delfin / 20,90€ Papel - 9,50€ Ebook / 544 páginas
SINOPSIS
Barcelona, 1945. Nil Roig es un chiquillo que se pasa el día en bicicleta transportando de un cine a otros, viejas bobinas de películas. El día de su decimotercer cumpleaños es testigo de un crimen cometido en el portal de su casa. Mientras el asesino huye después de haberlo amenazado de muerte en caso de no mantener la boca cerrada, el moribundo le entrega el misterioso cromo de un actor de cine de la época; un objeto perseguido y anhelado por un excomandante de la Gestapo y un policía sin escrúpulos. El hecho de que el moribundo le dé el cromo a Nil pronunciando el nombre de David, el padre desaparecido del muchacho, arrastrará a este a resolver un secreto del pasado por el que pagará un alto precio. En una Barcelona de claroscuros, El chico de las bobinas nos habla de la incomparable fortaleza de esas mujeres, víctimas de la guerra, que enseñaron al mundo cómo sobrevivir, y de esas salas de cine de barrio que permitieron soñar en los años de plomo y se convirtieron en refugio de infancias maltrechas. Un thriller nostálgico cargado de emotividad y misterio que nos muestra la fragilidad y la ambigüedad de la naturaleza humana.
OS CUENTO
Lo primero que debo deciros es que, para disfrutar de esta película escrita que es lo que considero El chico de las bobinas, una muy buena película, elijáis una butaca bien cómoda y, a poder ser, en primera fila. A ver cómo os cuento, sin liarme mucho y sin hacer spoiler, todo cuanto he vivido en esta gran apuesta literaria de Pere Cervantes, que se supera en esta novela, bastante distinta a lo que había escrito hasta ahora. En ella se fusionan novela negra, histórica, costumbrista y de espionaje como si fuera lo más natural del mundo. La trama es fuerte y muy consistente, los personajes, extraordinarios, son únicos y totalmente inolvidables, tanto que le perdono que se cargue a algunos con los que ya me había encariñado. Ah, y hay uno malo malísimo, al que yo misma mataría sin pensármelo dos veces, no hay circunstancias que valgan para justificar que actúe como lo hace él.
La historia se desarrolla en la Barcelona de la posguerra, principalmente entre El Poble-Sec, en el que viven Nil y su madre Soledad, y Barcelona. Pere nos va envolviendo en una película en blanco y negro con descripciones que consiguen llevarnos a los años cuarenta y nos hacen pasear por esas calles, entrar en sus edificios o sentarnos en las butacas de sus cines, ese gran respiro de una sociedad asfixiada por los restos de una guerra. Lo describe todo tan bien que incluso percibes lo feo, el peso del odio y el miedo asfixiante sembrados por la dictadura.
Con una muy buena documentación y el amor que demuestra Pere por el cine, esta novela es tan visual como dura y no solo por lo que cuenta, sino también por lo que insinúa, que siempre resulta peor. Hay escenas terribles, pero necesarias tanto para ponernos en situación como para entender la evolución de los personajes. Todas esas escenas tienen una razón de ser, ninguna es gratuita. Y todo esto nos lo cuenta con un lenguaje pausado, cuidadísimo y rico que actúa de bálsamo para toda la dureza que vamos a encontrar en este gran drama.
En cuanto a estructura, la novela está dividida en cuatro partes, los años 1945, 1947, 1949 y 2021, un narrador en tercera persona nos cuenta la historia de Nil y de su madre, Soledad, y otro en primera persona nos lleva a 2021. Cada una de estas partes se inicia con una elipsis, un recurso perfectamente utilizado por Pere para meternos de lleno en ellas.
Pero vamos al inicio de todo esto. Y es cuando Nil Roig, un chico de trece años que perdió el barco en un bombardeo de la aviación italiana, que ama el cine y reparte en bici viejas bobinas de películas por las salas de cine de Barcelona, es testigo del asesinato de un hombre en el portal de su casa. Al moribundo solo le da tiempo de entregarle a Nil un cromo de un famoso actor de cine a la vez que pronuncia el nombre de su padre. Un cromo por el que se pelean un excomandante de la Gestapo y un policía de la Brigada de Investigación Social. y Nil sospecha que ese cromo esconde algo muy importante y le puede llevar, incluso, a descubrir dónde se encuentra su padre ausente.
Con el cine y Nil como hilos conductores, asistimos, como os comentaba al principio, a esta película en blanco y negro de la Barcelona de la posguerra pero que puede ser de cualquier otra ciudad española de esa época, y en la que disfrutaremos de cintas inolvidables como Murieron con las botas puestas, Ana Karenina, Rebelión a bordo o El mago de Oz, entre otras, así como de grandes nombres del cine de entonces. Películas que Nil puede ver gracias a que Bernardo -que junto con Paulino son los grandes amigos de Nil en esta novela- lo lleva a una sala clandestina que un grupo de republicanos aficionados al cine esconden en los sótanos de la librería La Gran Mentira. Allí, Nil descubrirá algo más que esas películas... Y hasta ahí puedo leer.
En la novela hay, también, espacio para uno de los episodios más terribles y desconocidos de la posguerra: la impunidad con la que campaban los nazis en nuestro país, totalmente amparados por el régimen franquista. Algo que, tal como nos contó Pere Cervantes en el número de marzo de la revista, descubrió documentándose para esta novela.
Aun con todo esto que os he contado, creo que el verdadero homenaje de El chico de las bobinas es a las mujeres, su fuerza y capacidad de supervivencia. Unas mujeres que tuvieron que sacar adelante a sus familias, siempre solas -por abandonadas o viudas-, que se ven obligadas a ejercer de verdadero «cabeza de familia». Como Soledad, la madre de Nil, que merece una mención especial. Es el gran personaje de la novela, que perdió en la guerra a una hija y a su marido, aunque este no haya muerto. Soledad es muy fuerte, fortísima, trabajadora y una luchadora nata; una madre deseosa de poder hacer realidad los sueños de su hijo, ¿lo conseguirá? No se amilana ante nada ni ante nadie y hace de todo por sacar adelante a Nil, al que colma de amor, evitando que las ausencias pesen sobre él más de la cuenta y dándole una vida plena y feliz a pesar de todo. Me ha encantado Soledad.
Y llegamos al final. ¿Qué os puedo decir de él? La historia termina con la parte correspondiente a 2021, que rompe toda la atmósfera anterior, devolviéndonos a la actualidad. En ella conoceremos el mañana de Nil.
Magistral es la mejor definición que se me ocurre para toda esta gran película escrita que nada tiene que envidiar a las mejores producciones de la Metro Goldwyn Mayer. Nil, Soledad y La Gran Mentira se quedan a vivir en mí para siempre.
Marina Collazo Casal. OPINIÓN PUBLICADA EN LA REVISTA PASAR PÁGINA, 29. MAYO 2020: https://drive.google.com/open?id=1kjB7Hbx2bR947FnwXmtGeUJeLySAHj6_
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